o fantástica, sino derivación natural de los hechos mismos, funde ambos grupos en uno solo. Ya no existe el magnetismo por una parte, la electricidad por otra, como principios ó fuerzas absolutas, independientes, irreducibles: ambos existen, si, pero como casos particulares, como verdaderas determinaciones de algo superior á una y otra serie de fenómenos. El magnetismo no es cosa distinta de fluido eléctrico; es la corriente arrollada en hélice; es, en una palabra, el solenoide. Y ambos, la electricidad y el magnetismo, serán, probablemente, vibraciones ó movimientos del éter.
Aquí, como en la óptica y como en la astronomía, á las leyes empíricas suceden y se sustituyen una hipótesis y las leyes racionales de la mecánica.
Y cuenta, que no citamos teorías escogidas de intento: para confirmar esta trasformacion de la ciencia, pudiéramos hacer la historia de toda la física moderna, y á cada paso encontraríamos una nueva prueba que aducir; mas como los límites de este artículo no nos permiten semejante latitud, con otro ejemplo más daremos por terminado este punto.
Sea este ejemplo el calor.
Los fenómenos caloríficos tienen sus leyes: en la física experimental están consignadas, y son el resultado de numerosos trabajos en que han tomado parte hombres eminentes; pero cada una de estas leyes es la expresión condensada de una serie de hechos y de sus mutuas relaciones, y ha sido deducida de los hechos mismos, por lo cual merece el nombre de ley empírica.
Así tenemos leyes en la dilatacion, en la conductibilidad, en el enfriamiento, en los cambios de estado, en las capacidades caloríficas, y en tantos y tantos otros fenómenos del mismo orden.
Muchas leyes, distintas, independientes, aisladas, son la negación de la unidad, son el fraccionamiento de la ciencia. Mejor que cien millones de hechos son mil leyes empíricas, no lo negamos; ¡pero qué distancia tan grande entre este primer esfuerzo de condensación y el magnífico ideal de la ciencia, sublime de sencillez en su unidad, rico y espléndido por la infinita variedad armónica que dentro de lo uno se extiende y se desarrolla!
Pues á esta ciencia ideal aspira con deseo vehementísimo el espíritu moderno, y así tiende á realizar en todas partes, y como en una de tantas en la teoría del calor, lo que Newton realizó en astronomía, Fresnel y Cauchy en la óptica, y Ampére en la