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Gobernador Francisco Hernandez, á quien hizo degollar, achacándole que estaba en tratos con Hernán Cortés para alzársele con la tierra y gobierno; calumniosa imputacion que los amigos de aquel hicieron presente al Emperador, que se vio precisado á llamarle á la corte. Sometida su conducta á la investigacion del Consejo de Indias, absolvióle dicho tribunal en el juicio de residencia, pero no asi la severa é imparcial historia, que condena su memoria y le entrega á la execracion de la posteridad, por ser de los que más han contribuido á hacer odioso el nombre español en América.


VII.

No fué la provincia de Córdoba la que menor contingente de guerreros á la conquista del Nuevo-Mundo remitiera, y húbolos entre ellos tan distinguidos y esforzados, como el Capitan Rodrigo de Arana, hermano de Doña Beatriz Enriquez, la madre del sabio D. Fernando Colon, el cual murió desgraciadamente á manos de los Indios de Haiti, Lope de Sosa y Pedro de los Rios, Gobernadores de Canarias y Castilla de Oro, todos tres naturales de la capital, el Capitan Juan Gutierrez de Salamanca, de Aguilar de la Frontera, á cuyo esfuerzo se debió en gran parte la brillante victoria que obtuvo Hernán Cortés sobre los Mejicanos en Otumba, y Sebastian de Benalcázar ó Belalcázar, llamado así del pueblo de su naturaleza. Nació este á fines del siglo XV, de una familia tan pobre, que su padre ganaba trabajando en las duras faenas del campo el diario sustento. Quedó huérfano de corta edad, á cargo de un hermano mayor, quien le mandaba á traer leña del monte con un asnillo, única propiedad que tenía: viniendo un dia con la acostumbrada carga, cayósele el animal en un atolladero, donde se atascó de tal suerte, que no pudiendo sacarle, se irritó en tales términos, que le dio un garrotazo en la cabeza, dejándolo muerto. Huyó entónces temiendo el enojo de su hermano, y de pueblo en pueblo, peregrinando, fué á parar á Sevilla, donde sentó plaza en la expedicion de Pedrarias, año de 1514, ocultando su verdadero apellido, que era Moyano, y tomando el de su pueblo. Llegado á América se señaló por su valor, de tal suerte, que el mismo Pedrarias hubo de elevarlo al puesto de Capitan. Trabó estrecha amistad con Francisco Pizarro, á quien acompañó al Perú, siendo