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conquista de las islas Canarias, en cuya empresa, que no consiguió llevar á cabo, consumió un cuantioso patrimonio, y aun tuvo que empeñarse en suma considerable para rescatar sus dos hijos de un alcaide moro. Uno de ellos fué padre de Álvaro, habido con Dona Teresa Cabeza de Vaca, señora de ilustre linaje. Nada sabemos de sus primeros años, que debió emplear en servicio del Estado, puesto que ejercia el cargo de Tesorero del Rey en Sevilla en 1527, cuando se decidió á partir para las Indias con Pánfilo de Narvaez, que se dirigia á conquistar la Florida. Partió la expedicion, en la cual ejercia Cabeza de Vaca los destinos de Tesorero y Alguacil Mayor, del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 17 de Junio de aquel año, y después de haber llegado sin novedad particular á su destino y batido en un primer encuentro á los Indios Apalaches, tuvo tan mala fortuna, que los seiscientos Españoles que la componían perecieron todos á manos de los naturales, gente feroz, belicosa y antropófaga, excepto cuatro, que fueron Álvar Nuñez, Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes, y el esclavo negro Esteban de Azamor, quienes debieron el salvar la vida al estado de flaqueza y extenuacion en que estaban, por lo cual no los creyeron los Indios de provecho para comérselos.

Dedicóse en tan lamentable situacion Álvar Nuñez á curar las enfermedades de aquellos naturales, en lo cual tuvo tal suerte, que logró captarse el aprecio y respeto de aquellas tribus, que lo miraban, así como á sus compañeros, cual á seres sobrenaturales. Refiere él mismo en sus Comentarios que, por ignorancia de otros medios físicos, vallase para sus curaciones de soplos, oraciones y rezos, y de aplicar la señal de la cruz en las partes doloridas, con lo cual, ayudado de la gacia de Dios, obtuvo maravillosos resultados; y hasta asegura que en cierta ocasión resucitó un Indio muerto. Imposible nos es, en buena crítica, aceptar como ciertos estos hechos sobrenaturales, hijos sin duda de la casualidad, aunque no han faltado autores que defiendan con el mayor entusiasmo sus milagros [1]; pero lo que no admite duda es que con la fama que adquirieron los cuatro Españoles, pudieron gozar de completa seguridad y correr la tierra, siendo perfectamente recibidos en todas las tribus, y de una en otra vinieron á parar á San Miguel de

  1. El Marques de Sorito, en una Disertacion que cita D. P. González de Bárcia.