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La Guerra — 517

que la abandone, ni ella siente estímulo alguno para abandonarla. Le conviene hasta tal punto, y con tal evidencia, que todos sus hombres políticos y sus partidos convienen en proclamarla como útil y como necesaria, siendo éste el único asunto sobre el cual no hay cuestión ni pareceres distintos.

A Francia, cuyo territorio separa nuestra península del resto de Europa, le conviene igualmente nuestra neutralidad. La prefiere á nuestra alianza. Siendo neutrales, le guardamos una extensa línea de fronteras, y puede dedicar toda su atención al Este; pelea con la grandísima ventaja de tener las espaldas guardadas por una posición inaccesible. Durante la paz, tiene una situación céntrica en Europa, por hallarnos nosotros á su Occidente; durante la guerra, no sufre los inconvenientes naturales de esa situación céntrica, porque nuestra neutralidad cierra en los Pirineos el área posible de extensión de las hostilidades.

Siendo sus aliados, tendría que satisfacer nuestras exigencias. Los aliados no pueden ser tan desinteresados como los neutrales. Ademas los aliados son elementos activos, que conservan su albedrío y su independencia, que pueden variar á cualquier momento de actitud y convertirse en enemigos. Hay que considerarlos con recelo, sobre todo cuando se hallan en situación de hacer mucho más daño con sus hostilidades que servicios con su amistad.


XIV.

Pero la neutralidad no se entiende si no respecto de las armas. En punto á simpatías, no hay español que sea neutral. Unos desean el triunfo de Prusia, otros el de Francia. Más exacto es decir que unos ven con placer las victorias de los Franceses y otros su derrota.

Nuestra historia está mezclada desde hace siglos con la de Francia, y puede escribirse muy bien sin tomar en cuenta la de Prusia. Aunque esta representa en Alemania las tradiciones del protestantismo y de los principados secundarios que nos combatieron constantemente y que ó nacieron ó crecieron para combatirnos cuando nuestra política nacional estuvo unida á la de la casa de Austria, ni aquella política es ya la nuestra, ni Prusia figuró en el mundo como nación de alguna importancia mientras los