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La Guerra — 519

independencia de Bélgica, que ha tenido exigencias sobre el Luxemburgo, que ha hecho sentir el peso de su fuerza á Italia, no ha provocado, en los últimos cuarenta años, ninguna cuestión que haya comprometido sus buenas relaciones con España. Dirigidos sus gobiernos sucesivamente por un Orleans, por la República, y por un Bonaparte, han vivido en constante buena armenia con los nuestros, ya cuando reinaba en España un Borbon, ya cuando hemos tenido una prolongada interinidad. Soldados franceses pelearon, en compañía de los nuestros, en nuestra guerra civil, y juntos después han estado en Méjico y en Cochinchina, habiendo además manifestado su resuelta decisión de ponerse de nuestra parte, si nos convenia, en la guerra de Marruecos, y en nuestras cuestiones de Santo Domingo y de Cuba.

Hay, pues, en la historia material abundante, si sólo en los sentimientos han de fundarse, para alimentar nuestras simpatías ó nuestras antipatías respecto de Francia. Si hubiésemos de fundarlas en afinidades de raza ó de civilización, con dificultad podría sostenerse que son mayores las que nos ligan á los Germanos que las que nos unen á la más importante, en la actualidad, de las naciones latinas.


XV.

Una guerra larga, ó una paz con escasas probabilidades de ser duradera, y un crecimiento extraordinario del militarismo, son las dos grandes amenazas que pesan hoy sobre la Europa.

Mucho se temía de las trasformaciones hechas en el armamento de los ejércitos; pero los destrozos causados por los primeros combates han superado á los más tristes cálculos. Si se sigue peleando, aunque sólo sea por pocos meses, como se ha empezado, va á desaparecer la mayor parte de la población viril de Alemania y de Francia, comprendida entre los veinte y los cuarenta años de edad. Vamos á presenciar el exterminio de una generación entera en los países más civilizados de la tierra.

Y ante el espectáculo de esa Francia, tan marcial, tan aguerrida, que se creía á sí misma tan preparada para una lucha, en que no ha dejado de pensar desde 1866, ó más bien desde 1815, y que, sin embargo, se ha encontrado sorprendida por el descuido y