Página:Rafael. Páginas de los veinte años (1920).pdf/75

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
73
 

yentes en la biblioteca de mi marido: me gustaba servirle de discípulo; luego, paseos solitarios con él por los grandes bosques de Saint—Cloud o Meudon; por la tarde, un reducido número de amigos, casi todos graves y viejos, discurriendo acerca de todo con la libertad de la confidencia. Todos aquellos corazones fríos, pero indulgentes, parecían arrastrados hacia mi juventud por esa pendiente que hace descender el sentimiento del corazón de los viejos como el agua de las cimas cubiertas de escarcha. Esa era mi vida. Juventud ahogada bajo la nieve de los cabellos blancos; atrcósfera tibia de hálitos de anciano, que me sostenía; pero acabó por hacerme larguidecer. Había demasiados años entr:

aquellas almas y la mía. ¡Oh! ¡Qué no habría yo dado por tener un amigo o una amiga de mi edad para templar un poco mis pensamientos, que se helaban en mí misma como el rocío de la mañana en una planta demasiado próxima a los ventisqueros de estas montañas!

"Mi marido me miraba con tristeza a menudo; parecía alarmarse por el desmayo de mi voz y la palidez de mi rostro. Habría querido a toda casta dar aire a mi alma y movimiento a mi corazón. No desaba de proporcionarme todas las diversiones capaces de disipar mi melancolía. Me confiaba a las señoras de su sociedaid; me obligaba tiernamente a mostrarme en las fiestas, en los bailes y en los espectáculos. El resplandor de mi juventud y de mi rostro podía reflejar sobre mi misma el orgullo y la embriaguez que yo espar-