Esta página ha sido corregida
A un niño
¡Pobre niño! Tú, al nacer
te fué ingrata la fortuna;
que abandonaron tu cuna
los que te dieron el ser.
Y de tu desgracia en pos,
fuistes la tierra cruzando,
y en tu orfandad, implorando
una limosna, por Dios.
Algunos te acariciaron,
y muchos te repelieron:
trabaja, pues, te dijeron,
¿y por qué no te enseñaron?
Por intuición no hay saber,
es necesario enseñar;
y se tiene que sembrar
si se quiere recojer.
Han pasado algunos años
y hoy la caridad te llama,
y un colegio te reclama
para darte desengaños.