Que aun en la primera edad
el magnate de la tierra,
ya revela que en sí encierra
imperiosa voluntad.
Los niños, como eres pobre,
con desdén te mirarán,
y avaros, te negarán
lo supérfluo que les sobre.
Cuando llegue un día de fiesta,
á todos los verás ir
que se van á divertir
y a jugar en la floresta.
Sólo tú te quedarás
mirándolos tristemente,
diciendo con voz doliente:
¡Madre... madre...! ¿En dónde estás?
Cuando tú sepas leer,
yo te daré un libro santo,
para que enjugues tu llanto
y cese tu padecer.
Lo reservo para tí,
que en las hojas de la Biblia,
tu hallarás esa familia
que no has encontrado aquí.
Tal vez con pena dirás:
«Me encuentro desheredado;»
no es así, quien te ha creado
no deshereda jamás.
Porque ese Dios de consuelo
amor y justicia encierra,
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Ramos de violetas