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Amalia D. Soler

Por eso infatigables, debemos á porfía
buscar la oculta fuente de inmenso manantial;
que no se magnetice la humana fantasía...
que reconozca el hombre la ley universal.

Si tu tienes talento é ilustración bastante,
¿por qué al Espiritismo lo miras con desdén;
se encuentra convencido tu espíritu gigante
que niegas el infierno y aceptas el edén?

Los hombres de tu temple se encuentran obligados
á demostrar la causa que alienta su razón;
no basta que tú niegues los hechos consumados,
sin pruebas... ¿de qué sirve tu grave impugnación?

No basta que en tu templo nos digas que es locura
la ciencia espiritista, que es sola idealidad,
¿dónde no hay objeciones se puede por ventura
decir rotundamente es ésta la verdad?

Es tu palabra fácil, tu entendimiento claro,
¿por qué no entras en lucha y en franca discusión?
Si á convencernos llegas, diremos sin reparo
que á tí hemos debido la luz de la razón.

Nosotros no aceptamos de viejas religiones
sus templos, sus altares, su culto y ciega fé,
mas siempre respetamos antiguas tradiciones,
porque existir debía lo que en un tiempo fué.

En todas las edades buscó nuestra conciencia
un algo misterioso del cual fuimos en pos,