Página:Ramos de violetas.djvu/191

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
189
Ramos de violetas

cuando las noches principian á ser húmedas, y las mañanas desapacibles, yo sentía un dolor sin nombre, y el frío y la aparente destrucción de la naturaleza se comunicaban á mi pensamiento, y daba un adios tristísimo á los lirios del valle, á las frondosas enramadas, á las brisas primaverales, y á las ráfagas ardientes del estío, diciendo con amargura:

¡Quién sabe, si cuando de nuevo florezcan los almendros habré yo dejado de existir!... y nadie irá á dejar en mi tumba ni una lágrima, ni una flor...!


II

¡Cuan triste es la duda! Los duelistas me inspiran más compasión que los ateos y los materialistas; ese ser y no ser, esa incertidumbre, esa vaguedad, esa lucha, en fin, que fatiga y languidece.

La duda la comparo con el purgatorio de los católicos. Felizmente, llegó un día en que me dí razón de mi ser, y acepté como herencia legalmente adquirida mi peregrinación por esta calle de amargura (álias) tierra. Desde este momento, dejó de impresionarme el otoño, y siento en el mes de Diciembre una íntima satisfacción.