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Amalia D. Soler

Cuando las campanas tocan al vuelo diciendo á los fieles «Recordad el nacimiento de Jesús», entro en mí misma, reconcentro en una mis vagas ideas, y murmuro con voz apagada:

«Esas lenguas metálicas anuncian que se ha cumplido un nuevo plazo de la vida, la humanidad ha dado un paso más, tiene un año menos de juventud; pero ha dejado saldada alguna pequeña cuenta que dejó pendiente, uno de los muchos desaciertos que nos trajeron á este planeta.»

Después de la primera edad, cada año que pasa deja algunas hebras de plata en nuestros cabellos, imperceptibles arrugas en nuestra frente y una contracción especial en nuestros labios, en los que se dibuja una triste sonrisa: nuestra parte física se marchita, pero nuestra mente contempla nuevos horizontes, las ideas avanzan por ellos y los pensamientos encuentran ignoradas recompensas, y justas expiaciones.

El Espiritismo, sin duda alguna, ha venido á producir un trastorno de primer órden en todas las creencias, y á cambiar por completo el curso de los sucesos: en mí misma tengo la prueba de ello.

Antes, cuando veía las hojas secas impelidas por el viento, las decía con desconsuelo