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AMALIA D. SOLER

¿Por qué he pasado mis mejores días
sin conocer de Dios la omnipotencia?
¿Por qué han sido mis noches tan sombrías?
¿Por qué fué tan amarga mi existencia?

¿Sabeis Sara por qué? Porque he olvidado
que sólo en Dios se encuentra ese camino,
en donde el hombre, por el bien guiado,
engrandece en la tierra su destino.

El arrepentimiento más profundo
me hace tener vergüenza de mí mismo.
¡Adios, España! Adios, ¡oh, viejo mundo!
Adios con tu fatal positivismo.

¡Adios, Sara! Pensad que hay otra vida;
y ese amor que consume y que no quema,
consagradle al Señor, pedidle egida
y él os dará la salvación suprema.

Siempre un recuerdo os guardaré en mi mente:
no abrigo contra vos ningún encono;
y á Dios le pido en mi oración ferviente,
¡que él os perdone como yo os perdono!»—

¿Qué sintió Sara? Dios tan sólo puede
adivinar misterio tan profundo:
porque es el corazón de las mujeres
el problema más grande de este mundo.
Sólo sabemos que dejó la corte
y que el centro galante en que vivía
le consagró un recuerdo á su elegancia
y al gusto sin rival que ella tenía.