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Ramos de violetas
—Digna es de lástima, créame V. Adiós, Amalia, hasta mañana.
Sor Inés se alejó, y yo abandoné el jardín para comunicarte como costumbre mis impresiones.
¿Y á quién mejor que á tí, hermana mía, que me comprendes con un suspiro y me adivinas con una mirada?
Mañana te contaré la historia de Celia que como á mí debe interesarte: ¡Tu que siempre buscas la huella de una lágrima para dejar en ella un beso tierno y compasivo!
Adios, hermana mía, no olvidemos nunca que sin caridad no hay salvación.
1873