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cia, es querer arrancar de raiz las costumbres nacionales, perjudicando la fè del pueblo, los fundamentos de la familia y de la. vida comunal.

- III §. -

No nos es posible pasar en silencio á los padres de la Compañia de Jesús. -- Todos sabemos lo que han hecho por nuestro adelanto moral y material; sin embargo ellos, como D. Marcos Sastre han sido objeto de recriminaciones injustas entre nosotros, donde aun no ha llegado para ellos la posteridad justa, la posteridad sensata, la que retribuye con imparcialidad y firmeza à sus servidores del pasado, la justicia que se debe al mérito, á la abnegacion y al sacrificio.

En los Jesuitas mas que en ninguna otra institucion se ha determinado la ciencia Divina con la ciencia humana; ellos han sido en el mundo entero, al mismo tiempo que propagadores de la fé, propagadores de las ciencias, servidores de Cristo y de la humanidad, hombres del presente y del porvenir, atletas del saber y elementos fecundos del progreso bien entendido.

Ellos practican lo que D. Marcos Sastre aleccionado por la experiencia dijo.

«Para que el institutor pueda dirijir con acierto la educacion de la juventud debe estar penetrado de que no siendo el fin del hombre los goces terrenos, sinó dirigirse à la felicidad eterna por la práctica del bien, por la observancia de la Ley Suprema de amor à Dios y al prójimo, el objeto de la educacion debe ser colocar á cada individuo en la mejor aptitud posibie de ser útil á la Sociedad y à si mismo, cumpliendo su elevado destino de marchar à una vida inmortal por el sendero de la virtud.» «A la religion pues, corresponde vivificar à los pueblos. Serán justos delante de Dios si aman à los hombre,