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por contradecirlos si tal fuese el capricho de los maestros, à cuyo arbitrio dejaba asi entregada el Gobierno el alma de los niños.

Don Marcos Sastre penetrado de la verdad de que la escuela sin Dios, es la ruina de las sociedades, prefirió ceder el campo, y renunciò antes de acatar como Director General del Departamento de Escuelas, una disposicion gubernativa deprimente de la Religion Catòlica y contraria à la misma Constitucion en vigencia.

Aqui nos es grato consignar el celo desplegado por el ilustre Señor Canónigo D. Martin Piñero para oponer un fuerte dique á la corriente de las ideas modernas, demostrando con erudicion y ciencia la necesidad absoluta de combatir à todo trance el ateismo práctico en las escuelas, porque de otra suerte es imposible educar á la juventud de una manera sòlida y segun el espíritu de nuestras leyes. Desgraciadamente no se hizo caso de tan saludables consejos.

Estos hechos esterilizaron el progreso iniciado y minaron por su base principal la educacion, rompiendo la unidad que debe ligar á la enseñanza de la escuela con la enseñanza de la familia, y preparó el camino á las ideas subversivas de los verdaderos principios que un Estado Catòlico debe sostener y respetar como la mejor garantia de estabilidad y de órden.

El Gobierno desconoció los preceptos de la Constitucion y olvidó que la educadon moral fortalecida por el espiritu religioso es la primera necesidad de los pueblos, y que la mision de la escuela no puede ni debe limitarse á la enseñanza de las materias que para cultivo de la inteligencia determinen los programas, sinó que allí deben nutrirse los tiernos corazones de los educandos con los salvadores principios de la Religion.

Se olvidó entonces que romper toda ligazon entre la Iglesia y la Escuela, por càlculo ó por ignoran-