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El amor
lo perdona todo

Entre risas entraron a la fiesta y a la distancia Alejandro vio a su pololo conversando con un compañero de curso. Se acercó hasta ellos y ante la mirada incrédula de su pololo, Alejandro gritó muy fuerte:

–¡Llevo buscándote un buen rato!

–Qué raro, Alejandro, he estado todo el rato acá mismo… –respondió su pololo mirándole con cara de sorpresa.

«Mentiroso» –pensó Alejandro–. Y sin darle tiempo a terminar la frase, le lanzó un derechazo en la mejilla que casi lo hizo caer. En ese instante todos gritaron horrorizados. Luis, desconcertado al ver lo que su amigo había hecho, lo agarró y lo sacó del lugar rápidamente.

Alejandro, con los ojos fuera de sus órbitas por el dolor y la rabia que sentía, gritó:

–¡Maldita sea! ¡¿Qué he hecho?! Otra vez… Yo había prometido controlarme, pero bueno, él me ama de verdad como yo a él.

Además, no fue solo mi culpa… –decía, cuando de pronto Luis lo interrumpió:

–Lo que ha ocurrido está mal, Alejandro, deben pedir ayuda. No puedes reaccionar así cada vez que algo te parece mal. Él siempre te perdona y luego siguen como si nada hubiera pasado.

Te ha dado varias oportunidades y terminas diciendo siempre lo mismo: que entre ustedes el amor es más fuerte y por eso lo puede y perdona todo…

–Lo sé, Luis –asintió Alejandro, mientras le temblaba el cuerpo.

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