Página:Rerum orientalium.pdf/3

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
279
Acta de Pío XI

y desprovistos al mismo tiempo de toda la mejor cultura y especialmente de ls estudios sagrados.

Estos insignes beneficios y el espíritu de la Sede Apostólica mostraron haberlo comprendido muy bien, desde el siglo XIII, los Profesores de la Universidad de París, quienes, según sus deseos, fundaron, como se recuerda, junto a su propia Universidad, un colegio oriental, en torno al cual Juan XXII, nuestro antecesor, algún tiempo después preguntaba con preocupación a Hugon, obispo de París, por los frutos que producía en el estudio de las lenguas orientales[1].

No menos notables son otros hechos, atestiguados por la historia de aquella época. El muy sabio Humberto de Romans, Maestro General de la Orden de Predicadores, escribiendo en su libro "los temas que parecían tener que ser tratados en el Concilio Ecuménico que se celebrará en Lyon", recomendó en particular como medios necesarios para ganarse el ánimo de los orientales[2]: un profundo conocimiento de la lengua griega "en la medida en que a través de las diversas lenguas la diversidad de pueblos se une en la unidad de la fe"; la abundantes publicación de libros griegos y, de manera similar, un suministro adecuado de nuestros libros traducidos a idiomas orientales; e igualmente enseñó a sus frailes, reunidos en el Capítulo General de Milán, a tener en alta estima el conocimiento y estudio de las lenguas orientales, y a cultivarlas para capacitarse y prepararse para las misiones entre esos pueblos, si así fuese la voluntad de Dios. Del mismo modo, el muy erudito Roger Bacon de la Orden de San Francisco, muy querido por Clemente IV, nuestro predecesor, no sólo escribió con mucha erudición sobre las lenguas de los caldeos, árabes y griegos[3], sino que también abrió para otros el camino de su conocimiento. Emulando sus ejemplos, el célebre Ramon Llull, hombre de extraordinaria erudición y piedad, pidió a nuestros antecesores Celestino V y Bonifacio VIII muchas cosas y obtuvo muchas de ellas, bastante arduas para aquellos tiempos: sobre el modo de promover los asuntos y estudios orientales;

  1. Denifle-Chatelain, Chartul. Univ. Paris., t. II, n. 857.
  2. Mansi, Conciliorum Amplissima Collectio, XXIV, col. 128 (el texto está disponible en Documenta Catholica Omnia).
  3. Roger Bacon, Opus maius, pars tertia.