tico de los diarios, que — mal que pese — son todavía los dispensadores del éxito del momento. Puede decirse que los diarios se dividirán infaliblemente en tres grupos : aquellos en que el libro será aclamado 6 denigrado en mérito del solo título y antes de ser leído; aquellos donde se omitirá sistemáticamente el mencionar el libro, como si fuera peligroso hacer conocer el nombre de un autor que representa un cierto caudal de ideas contrarias á tal grupo ó partido; y en fin, aquellos donde la acogida será más ó menos fría, el favor ó el desdén más ó menos mitigado. Pero este sistema mixto es raro— añade con amargura este escritor — y el caso más comun es el de la opinión preconcebida y de la inflexible excomunión recíproca, lo que dispensa de leer, facilita la tarea y simplifica la crítica !... ”
Ignoro hasta qué punto sean aplicables esas reflexiones á lo que en la República Argentina pasa. Lo que sí es evidente — y no hay mérito en confesarlo— es que el público en general es de una indiferencia curiosa, y que si bien lee, lo hace sólo respecto de producciones extranjeras, bastando que el libro sea nacional, de un autor argentino, para desmerecer en la estimación general. Entre nosotros.se lée enormemente los diarios, pero estos — salvo honrosas escepciones — buscan más bien el lucro que la propa-