embargo... García Mérou en este libro, estudiando á los desesperados en la contemporánea literatura, se lamenta y habla del dolor, como si durante su vida hubiera experimentado cruentas desgracias!
García Mérou ha hablado del mal del siglo, recor— dando las páginas que su poeta favorito— Musset — le dedica en sus bellísimas Confesiones, pero ha ol- vidado distinguir entre las diversas categorías que representan Werther, René, Adolphe, Obermann y otros tipos legendarios: ha prescindido de esa falange dolorida (en literatura) de los que sufren el extraño mal denominado hastin de la felicidad. Él, que hasta ahora no ha cosechado sino aplausos y felicitaciones; que ignora las crueles asechanzas de la envidia, los despreciables manejos del odio ciego, las míseras cá- balas de banderías literarias, el indiferentismo de los dispensadores del ruido momentáneo y de la fama callejera !...
Para él, poeta, " las hadas son las musas que lo inspiran y las reinas del mundo en que se agita", se- gún sus propias palabras. Quiera el Destino que esas hadas lo protejan siempre! Pero le falta esa nota del dolor que como poeta admira en Leopardi, y que le hace repetir el verso famoso: