paración, se entusiasmaba ante los grandes proble- mas, y devoraba entusiasta las páginas de la Histo- ria, en que están grabadas las mil vicisitudes que han precedido á las conquistas gloriosas del pensa- miento humano. Entonces exclamaba :
La Libertad te inspira, te respeta
El mundo, que condena á tus verdugos, “Tu nombre vivirà como tu idea.
Tu idea ya triunfó, ¡salve Giordano!
Lutero, tú mostraste sin sus yugos
La eterna libertad de las conciencias, Y levantaste el látigo, severo,
Sobre los traficantes de indulgencias : También triunfaste tú, ¡salve, Lutero!
Eres grande Juan Hus, como Giordano, También debe á tu inmenso sacrificio Un triunfo más el pensamiento humano, Y tuidea y tu nombre se levantan
Mas grandes del crisol de tu suplicio.
Alá también levantan la conciencia
Nestorius y Carpócrates, que enseñan En medio del error en que se empeñan
La grandeza de Dios y de la ciencia! ...Se ha afirmado alguna vez con plena razón que pa- ra apreciar á un poeta no hay más que tomar sus