templación de las obras de arte allí guardadas.
De ahí que, más que en parte alguna, fuera indispensable mantener el sistema de los estipendios, como coronamiento de la educación artística en nuestro país, pero acordándolos como premio á las aptitudes demostradas y á los esfuerzos hechos durante largos años de cursos metódicos.
Se comprende en rigor que se acuerden estipendios á ciegas cuando no existe otro procedimiento y se quiere formar un núcleo de maestros para entregarles la enseñanza técnica. Pero una vez que ese núcleo existe, es ilógico seguir con el sistema viejo. No sólo tiene ello todos los inconvenientes de que adolece lo que tan sólo del favor depende, sino que quizá su resultado fuera contraproducente, como lo ha sido en varias ocasiones, sin que sea menester citar nombres propios.
De una vez por todas es preciso aprovechar la oportunidad, y así como se preocupan los poderes públicos dé la educación general, de la misma enseñanza técnica, con Escuelas de comercio, etc., debe hacerlo con la educación artística, y organizar á ésta de una manera seria. Una vez establecida la Escuela Central de Bellas Artes, los estipendios que se determinaran serían acordados en concursos anuales ó en forma análoga.