Seria desconocer la cuestión misma no adelantarse al argumento que flota en los labios del lector: ¿cuál es el resultado que han producido los famosos prix de Rome franceses, y los estudios en la Villa Medicis? ¿No están acaso plagados los museos galos de obras de aquellos laureados, y no son ellas telas frías, convencionales y sin interés?
Ello es exacto en tesis general. Pero el mal no está en el prix de Rome, sino en la institución misma de la Villa Medicis, si es que no reside en el carácter estrechamente académico, y por lo tanto un algo convencional, de la enseñanza en los diversos talleres de la Escuela de Bellas Artes de París. El estipendio, como premio á estudios terminados, es excelente en cualquier parte, indispensable en nuestro país, pero á condición de que los que gozen, trabajen libremente en los talleres de los maestros cuyo estilo más seduzca su espíritu.
Porque también es preciso evitar el caer en ti error cometido en otras partes, donde las Academias oficiales sirven sólo á un arte, por decirlo así, oficial, esto es convencional y alejado de las corrientes de la vida actual. Ese es el defecto en que fatalmente incurren todas las clases de Academias y que parece residir en la esencia misma de la institución.
Pero entonces ¿volveríamos al sistema clásico de