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ne PAGINAS INMORTALES

Tuvicra en este instante del Rey Profeta cl arpa Para cantar su noble, su heróica abnegación!

Miradla entre la turba de pérfidos esbirros,

Cual tierna cervatilia que en circulo infernal

De perros se contempla, ,. / Mirad como la obligar Cox dádivas y ofertas! Asustanla, la instigan, Quetiéndola el secreto del pecho arrebatar!

Y en vano las ofertas, en vano las astucias,

Y del cadalso en vano la pompa funeral

Ostentan los verdugos, que firme cual la roca,

Mantiénese su pecho, y entreábrese su boca

Para clamar en alto, tan solo ¡Libertad!

Cuando se encamunba al fatal lugar donde de- bía ser sacrificada, exhortó al pueblo que lloraba desvonsolado y tri

—No Moreis por mí,—les dice del modo más enérgico, —llorad por la esclavitud y opresión de vuestros abatidos compatriotas, Síryaos de ejemplo mi destino: levantáos y resistid los ultrajes que su- frís con tanta injusticia.

Llegacda al patíbulo, pidió un vaso de agua, pero observando que era español quien se lo traía, rehu- sólo diciendo;

- No; ui un vaso de agua quícro deber á los enemigos de mi patria.

El oficial de arcabuceros que la custodiaba, ins- tóla entouces para que nombrase ella misma alguna persona de su estimación que la hiciera aquel ser- vico;

Mil gracias, —contestó,—por una bondad que mo puedo aprovechar, pues que el pasajero alivio de esta mi última necesidad podría quizás com- prometer ante los tiranos á quien quiera que yo dispensase tal prueba de amistad... ¡Vamos á mo- AA