LA MARTIR DEL BRACHO
Hasta hace poco, vivía en la cindad de Salta,
mna distinguida matrona santiegucña, en cuyo semblante bastante agraciado aún, se notaban hue- las de incomparables sufrimientos. Esta valerosa tina, —fuerte vomo la mujer del Evangelio, — vra Doña Agustina Palacios de Libarona, conocida por La mártir del Bracho, en cuyo lugar había vi- vilo casi tres años con su esposo victima de eruel- dades inawditas, y que clla compartió heróicamente, presentando una muestra de fidelidad conyugal su- perior á tado elojio, Xiugnoa pintura podría hacerse con más vivos lores, ni más patétivos detalles, que la propia re- ón de sus padecimientos, trazada por ella mis- ma sio ninguna regla del arte, pero si con la mayor anteralidad,
El esposo de esta heróica mujer, cuya nurración haremos conocer á grandes rasgos, había tomado participación easi involuntaria en una fracasada revolución para derrocar al sanguinario Ibarra, Go- beruador perpétun de Santiago dej Estero durante