19 LA OFRENDA DE LA VIUDA
pedición ante rasgo de civismo tan admirable, ar- 2nyo:
—Señora, recuerde Vd. que sus deberes de madre deben hacerla menos pródiga de sus escasos bienes que constituyen toda su fortuna y la de sus hijos...
«Le ruego Coronel, no me con'unda con la gente mercenaria. Dim. ve ForTUNY.
—Eso no!—replica alborozada.—Mis hijos, mis bienes, mi persona, todo pertenece á la Patria, todo lo debo á ella y todo lo sacrificaré gustosa por su felicidad y por su gloria!
El Coronel Balcarce vencido por tan patriótica solicitud, nada encontró que decir, sinó aceptar.
Los ojos de la generosa mujer brillaron de ale- gría al ver satisfechos sus deseos, y así tuvo la dul- ce satisfacción de transportar gratuitamente el ejér- cito argentino hasta la siguiente posta, al frente de sus hijos y de la peonada.
Cuán grato es al corazón recordar el nombre de Doña Lorenza Luna para que él quede consignado en honor y gloria de las generaciones venideras!