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146 PAGINAS INMORTALES

—Si, son ellos, Dios mío! Son los soldados de la Patria que van al Alto Perú llevando la insigaja de la libertad! Oh! el corazón no me engañaba!...

Y picando nerviosa su parejero corre á saludar al Jefe de vanguardía de esa expedición, Coronel Balvarce, á quien ofrece con noble desinterés dos reses y todas las mulas y caballos de su estableci- miento,

--Mi Coranel—agrega Doña Lorenza—acéptelos como modesta ofrenda que hace á su patria la más huroilde mujer de estas serranías.

El apuesto Comandante considerando este acto de desprendimiento demastado grande para quien no poseía otra cosa, contestóle un tanto conmovido: añora, doy á Vd, gracias infinitas por tan generoso dunativo que hace honor á su sexo, pero * como ny veo necesario tanto sacrificio de su parte lo aceptaré lo que tan desinteresadamente me propone si no rehusa Vd, sea remunerado el servi. cio que viene á prestar al ejército de la Patria,

La noble ¡mujer 5omutóse, más al notar que Bal- dispuniaze á ordenar el pago por Comisaría, exclama simulando no haber vido las últimas pala- bras del Jefe argentino:

—Pues bien, ya que usía no los necesita por aho- £a, considévelos en adelante como de propizdad pú- blica; vo los evidaré mucho, señor, con ese objeto. Disponga de ellas siempre que la salud del país lo exija, y llévelos hasta donde guste. Pero le ruego, — añadió con vehemencia, —que no me confunda eon la gente mercenaria y no me agravie ofreciéndome dinero,

Asomulrado cada vez más cl Jefe de aquella ex-