56 PAGINAS INMORTALES
se (le castigo que el enemigo inflingia. Todo 10 ha- cian con gusto, por la sola satisfaccién de ser fitiles 2'1 la causa de la independencia.
Por medio de una suscripcién lograron reunir un completo y magnifico servicio para el hospital: las delicadas manos de las mas ilustres mendocinas pre- paraban las hilas, los vendajes, etc.; las madres -de familia pudiientes‘, confundidas con las de mas hu- milde clase, erogaban donativos cuantiosos para la manutencién, el aseo y aun las comodidacles del ejér- cito libertador.
Y mientras los artesanos, los jornaleros, encerra- dos durante dos afios en la Maestranza, confeccio- naban racién y sin sueldo todos los pertrechos de guerra necesarios, sus casas habianse transformado en talleres donde sus esposas, hijaséhermanas, co- sian gratuitamente las camisas y demas ropa para los soldados de ejército tan numeroso. .
- Qué humanidad no manifesitaron a los emigra-
(los de Chile, y mas tarde a los prisioneros de gue- rra espafiolesl 1Lastima que no sobreviva alguno si- quiera para que certificase la generosa compasién con que fueron tratados por las s-ensibles mendoci- nas!
Entre las sefioras que mas se aereditaron por sus virtudes civicas, merecen particular mencién las de Corvalan, Correa, Ortiz, Godoy, Alvarez, Ferrari, Molina, Villanueva, y muy especialmente la esposa del Libertador, Dofia Maria de los Remedios Esca- lada de San Martin, quién no solo tuvo la gloria de llevar el nombre de uno de los mas esclarecidos Ge- nerales -de América, siné que di6 5 las demas sefio- ras e1 noble ejemplo -de donar sus aclerezos -de dia-