ús PAGINAS INMORTALES
tenía ardiente
Poro Doña J Mora de Bóp: pasión por la cansa de los patriotas, y no se arredró > dos selrinierios pasados, én propuso, en una reunión de fa- wmilios á que ella asitía, la conveniencia de que Sa- lora un ehosque en busra del ejército libertador á quién unos daban victorioso, y otros derrotado y dis- perso.
Para el abuegado civismo de aquellas heróicas sal- teñas que todo—familia, hogar, foriuna—lo habían sacrificado en aras de la paria, la incertidumbre eva horrible, desesperante.
Asi, pues, quién iría cra el problema Á rasolver, desde que se requerían condiciones exccpulonales para no malograr el éxito de tan delierda misión.
—Yo iré—dijo resueltamente una de aquellas va- lerosas damas—pero en cambio ustedes evidarán de mis hijos!
Y desapareció de la reunión,
Días después y á altas horas de la noche, un coyita
joven, al parecer un niño, con burdas ojotas, ancho sombrero y poncho de vicuña, golpeaba á la puerta de la casa en que vivía la esposa del (General Are- nales. Franqueada la entrada, el eoyita pidió hablar con isia Serafina, Una vez co su presencia, despojúse del poneho y del sombrero, desatóse el cabello y des- pués de un ¡Viva la Patria! le dijo:
—Mañana á más tardar, tu esposo estará aquí, pues viche á marchas forzadas por el camino oculto de la quebrada, y habrá dudo una severa lección Á los españoles,
La que así hablaba era la emparedada, Doña Jua-
Una noche
”