periencia. Tal es lo que ha sucedido en el estudio de las causas que producen las epidemias.
En este ramo de la etiolojía mórbida, las dificultades han sido insuperables en las primeras edades de la ciencia; faltaban datos de todas clases i de consiguiente los resultados fueron nulos. Sin embargo, apesar de los grandes adelantos de la historia natural, de los progresos de la fisiolojía, de las creaciones de la química i de la física que le prestan su poderoso continjente, no estamos mucho mas adelantados que los antiguos para designar a tal o tcual ajente como el oríjen de tal o cual epidemia.
La causa de esto, en nuestro humilde concepto, no es ya la falta de medio que ayuden en las investigaciones, la ausencia de antecedentes que sirvan de puntos de partida, sino el olvido completo de sistemar bajo un plan todas las observaciones i esperiencias que pueden contribuir con el tiempo a desenmarañar la lei que las rije. La medicina, en este jénero de investigaciones, debe proceder como la meteorolojía que persiguiendo las leyes que dominan en los fenómenos de la naturaleza, observa por todos los médios posibles i consigna las observaciones que tarde i penosamente va reuniendo, para compararlas, resumirlas i sacar de ellas, lo que es jeneral i constante, de lo que es accidental i variable. Hé aquí lo que se debe hacer en la etiolojía de las epidemias.
No hai ningun ramo de las ciencias médicas que mas se asemeje ni que tenga mas puntos de contacto con la meteorolojía, que esta parte de la epidemiolojía; no como seccion importante de la historia de la medicina como ha sido considerada hasta hoi, sino como un sistema razonado i sostenido de investigacion i de raciocinio, de observacion i de esperiencia, que reuna con tranquilidad i paciencia los elementos que le han de dar resultados seguros, sin adelantar-
