DAMEMORIAS — Pase por esta, señorito (me dijo). Pero cuenta con volver á las andadas, porque....! Hágame V. el favor de ir á dar una vuelta por las cuadras: eso acabará de espabilarle....! Necesito hablar á solas un momento con este caballero.
Ex No hay para qué decir que, apenas pronunciada la órden, estaba yo poniéndola por obra, ó lo que es lo mismo: saliendo del cuerpo de guardia, como raposo que cogido en la trampa, se encuentra milagrosamente libre cuando menos podia esperarlo. HemmaM; Sin embargo, la levadura de Adam, que en mí fermenta como en cada hijo de vecino, me inclinaba grandemente á buscar el desquite del susto y sonrojo debidos á mi falta, en el castigo de mis subordinados, y muy principalmente en D. Victoriano, á cuya vigilancia, tan absoluta como imprudentemente, me habia confiado.
Pero ni aun esa, tan maligna como escasa satisfaccion, logré; porque, sin darme tiempo á desahogar mi cólera, el bueno de mi sargento me explicó y probó con el testimonio de toda la guardia, cómo habia sido imposible á todos evitar la sorpresa.
En efecto, uno de los escribientes de la Mayoría (nunca he podido soportar á los tales escribas), que tenia permiso para pasar aquella noche en el teatro, retiróse por tanto á deshora, y mi mala suerte quiso que lo hiciese de modo que, al abrirle D. Victoriano á él la puerta del cuartel, en lo cual no habia inconveniente, detrás se entrasen por ella el Brigadier y su acompañante.
¿Quién era el tal acompañante, y qué negocios le llevaban en hora tan desusada y para mí inoportuna, á nuestro cuerpo de guardia?
En que era ó habia sido militar, no cabia duda: su porte grave, pero resuelto, la sencilla severidad de su traje, el aplomo con que entró en el cuarto de banderas, y en fin, su alusion á la batalla de San Marcial, con más la circunstancia de tutearse con el Brigadier, á quien nunca se le habia conocido amistad íntima con paisano alguno, eran otras tantas pruebas inequívocas de la profesion del desconocido. lie Era, pues, un militar de presente ó por lo menos lo habia sido muchos años de su vida. ¿Pero á qué diablos se andaba corriendo cuerpos de guardia á la media noche....? ¿Qué secretos eran los que tenia que tratar con mi Brigadier?
INI Por más que, mientras recorría las cuadras de los caballos primero, y las de la tropa despues, me devanase los sesos en resol-