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Página:Revista de España (Tomo I).djvu/33

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Y DE LAS ULTIMAS DISCUSIONES DEL CUERPO LEGISLATIVO

mérito de lo justo y de lo recto. Pero es error en que no incurren gentes experimentadas y sensatas el de suponer una imprenta libre sin abusos, extravagancias y aberraciones, y quien, para emanciparla, ponga por condición el verla exenta de lunares y vicios, puede aguardar por largos años reclinado sobre el lecho de plumas de los sistemas preventivos.

De la resolución que ha adoptado el Gobierno imperial al abandonar tales blanduras, tampoco nos parece que puede ser clave que la descifre, lo que varias veces se ha dicho acerca de la oportunidad de las circunstancias. No intentamos poner en duda la sinceridad de los que han supuesto en España que nuestros vecinos han aguardado por mucho tiempo y que solo creyeron llegada la hora de asentar la libertad sobre la base del orden afirmado y del Gobierno fortalecido tras de largos años de venturas y perfecciones. Oblíganos la justicia á decir que de esa manera la variación de sistema no aparece justificada, pues sin creer de modo alguno débil á aquel Gobierno, más robusto y poderoso aun se ostentaba al volver triunfante el ejército de Crimea y al dia siguiente de Magenta ó Solferino que á principios de 1867, después de haberse frustrado la expedición de Méjico, y después de la rápida y memorable campaña del año anterior, que terminó en Sadowa, campaña en que no fueron ciertamente derrotadas las armas francesas, pero que ocasionó angustias á aquellos ministros, según confesión de uno de ellos, tan ingenuo como elocuente.

Más aun: este mismo personaje ha dicho en el Cuerpo legislativo hace pocos dias, que bajo ciertos aspectos la situación interior ofrecía actualmente dificultades para entrar en las nuevas vias de la libertad de escribir. «Hay, dijo M. Rouher con este motivo, una crisis industrial de no corta intensidad: median los inconvenientes de la carestía de los alimentos, que en Francia siempre es cuestión grave y difícil, y sin embargo, el Gobierno del Emperador persevera en su resolución de aflojar las ligaduras de la prensa.»

Después de estas revelaciones habrán de subir de punto la sorpresa y asombro de quienes crean que un Gobierno sostenido por mayorías resueltas, seguro de la obediencia militar, y no hostigado por el clamor público, incurre en la nota de insensato y se expone á merecidos escarmientos, si temerariamente se desnuda ni aun de la parte más leve de su autoridad omnímoda. Así lo han pensado y dicho los más fogosos imperialistas del Cuerpo legislativo. Aun