A las 9 se retiraron y mandé las recetas á la botica.
A las 11 en punto de la noche estaba esperando en el corredor de la Direccion. Por un camino venía el 1er Guarda-fieras, Andrés Tuktehn,—por el opuesto el peon que traía el frasco con la Estricnina y la damajuana de Trementina.
Llegaron á mí juntos, y en el mismo momento en que el peon me decía:
—«Aquí están....
—«Está muerta»,—intercalaba Tuktehn.
Así murió Neán.
Al dia siguiente, 31 de Enero, me dirijí al Jardin en compañía de mi hijo Eduardo Alejandro, el cual, aunque es un principiante, maneja el lápiz con bastante soltura, y le encargué copiara á Nean, pues no tenía yo tiempo para hacerlo. Además, como los otros dibujos de las páginas precedentes (Figs. 9 y 10), hechos por él, eran para mí, y para otros, bastante satisfactorios, se me ocurrió que este trabajo completaba en parte la série (Lám. I, f. 11)
La expresion, en todos ellos, ha sido bien encontrada y puede suceder que éste y los otros presenten utilidad á algún artista. En Buenos Ayres no se vé todos los dias un Elefante muerto.
Recorriendo el Jardín, encontré dos jóvenes que se dirijieron á mí y me pidieron hacer la autopsia del Elefante. Agregaron que eran Ayudantes del Dr. Roberto Wernicke, en el Laboratorio de la Sociedad Rural Argentina, y me dieron sus tarjetas.
Conocía sus nombres y sabía que eran de los buenos alumnos de Santa Catalina; pero había que llenar una fórmula: la presentación hecha por el Dr. Wernicke, lo que se hizo.
En otro tiempo, cuando los animales del Jardín se morían, se morían á secas, y todo se perdía. En cuanto fuí nombrado Director, instituí la autopsia como una obligacion, y ahora, cuando un animal muere, muere de algo. Así se encontró, poco despues de mi nombramiento, que un Tapiro había muerto envenenado, lo mismo que un Águila Negra, un Pecarí, un Carpincho, varios Monos, entre ellos la hembra del Babuino (Pancho) un Oso hormiguero y varios otros; el casal de Cangurús rojos, de Pulmonía, como un Gato de Siam y algunos más; de Tuberculosis los dos Osos Malayos, &, &. Algunas de estas autopsias han sido hechas por Ayudantes del Dr. Wernicke, y la del Tapiro por él mismo. Al principio, y particularmente en los casos de envenenamiento, convenía que tales necropsias tuvieran la mayor autoridad: las ofrecí al Dr. Wernicke y él aceptó.