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mismo alto que los marcos, pero de un ancho igual al diámetro de la naranja.

¿Qué resulta de ésto? Que al bajar el agua por la quebrada, encuentra el tablon con sus cortes—y pasa 1 marco por a, esto es, cualquier altura de agua por 10 c. de ancho; por b, 2 marcos; por c una lámina de agua de igual altura que en los marcos, y mayor por d, que es la naranja.

Y cuando el arroyo rebalza, casi, por sobre los tablones, ó cuando es grande la avenida, entónces, marcos, naranjas y pajas, se vuelven completamente inútiles á causa del desborde. El lector comprende con facilidad lo que ocurre con estas medidas en las que domina especialmente la proporcionalidad.

Tratada incidentalmente esta cuestion y que invita á recopilar las análogas—(si fuese posible, como hacen muchos autores, que escriben un libro cuando les pasa furtivamente una idea por la imaginacion)—creo que los lectores no tomarán á mal que la termine con alguna aclaracion que se vincula estrechamente á ella. Me han parecido tan nuevas, tan extrañas las comunicaciones que sobre este tema me ha proporcionado Cárlos, me inspiran tanta confianza después de haber observado que sus datos eran iguales á los mios cuando los recogía en los tres viajes en que me acompañó, que no vacilo en consignarlas aquí como si las hubiese obtenido personalmente.

Los diversos chorros de agua que pasan por los recortes de la represa se precipitan en sus acequias respectivas, y, corriendo en distintos rumbos, llegan por sus cauces artificiales á cumplir su destino, debiendo tenerse en cuenta que el agua, antes de ser fraccionada como se indicó, ya ha sufrido una division anterior, correspondiente á los departamentos que riega un mismo cauce.

A medida que aumenta el número de recortes en el tablon, baja el nivel del agua represada, por la mayor facilidad en la salida, y es natural entonces que el propietario de la nueva escotadura determine una disminucion en el caudal de líquido que deben recibir los otros. De aquí surje un disgusto muy natural en ellos, por más que reconozcan el derecho del recien llegado, y como no todos se conforman con esa disminucióon de agua en sus acequias, algunos transforman su disgusto en enojo, éste en ira, y luego en accion. Pero entónces se origina un pleito, en el que se emplean términos muy fáciles de comprender despues de las explicaciones precedentes, pero muy estrambóticos sin ellos. El propietario de una paja