Página:Revista del Jardín Zoológico de Buenos Ayres (Tomo I. Entrega IV, pp. 97-128).pdf/18

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
— 112 —

de agua recibía una lámina de 10 centímetros, digamos, de altura. Al practicarse en la represa un nuevo corte, aquella altura disminuye. Su caudal era antes escaso; ahora lo es más. Para aumentarlo, aunque sea un poco, un poquitito, es necesario disminuir el ancho de los demás recortes, y entonces clava una lámina de madera, en un corte ageno, por valor de una, dos ó mas pajas, con lo cual no consigue levantar gran cosa el nivel del agua represada pero algo es algo; ó bien dá mayor anchura á su marco, ó paja ó naranja, por debajo del nivel del agua, lo que sólo se percibe cuando desciende. El propietario lesionado, se queja al juez competente, diciendo que X le ha usurpado una paja, ó dos ó tres. Por mas que, en este caso, se trate de una medida de agua, se comprende cuánto se estima el precioso líquido, ya que por una paja se inicia un pleito.

Me parece que con ésto queda bien demostrada la estimacion de que aún hoy goza el agua por aquellas comarcas, y se explica de algun modo el hecho de que en los valles calchaquis abunden tanto los cacharros en que se conservaba. Porque parece que los Indios no tenían depósitos mayores en sus viviendas, y es fácil reconstruir la escena prehistórica y áun histórica, imaginando á las mujeres, en contínuos viajes de va-y-ven, como hormigas, al arroyo mas próximo, y depositando luego, en todas las vasijas del hogar, el contenido de su cántaro, que sin duda llevaban equilibrado en la cabeza, como aún lo practican muchas.

A esto induce una observacion. Todas las piezas (ó casi todas) que tengo en mi poder, presentan su cara interna revestida de un cemento fino, en el que un lijero análisis encontraría fácilmente arena, arcilla y cal, y depositado por sedimentacion. La delicadeza é igualdad de los pequeños granos que lo forman, revelan que se encontraban levigados en un líquido de corriente mansa y que se fijaron en lo interior de las vasijas á causa del reposo. Es difícil atribuirlo á la tierra en que se encuentran desparramados los restos, porque entonces los granos presentarían diversos diámetros, en tanto que su homogeneidad actual les señala el origen que les he reconocido.

l consignar en el comienzo de este artículo la opinióo de que fuesen mujeres los autores anónimos de tan interesantes piezas, no pretendo negar á los hombres su aptitud para las obras de alfarería. La historia de la cerámica y las observaciones propias bastarían para inutilizar tal empeño. Lo he dicho porque, muchas de ellas, revelan