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aire de asombro y disgusto, estas palabras. ¡¡Le ha echado la bendicion con la izquierda!!

Reflexioné: y para no dejarlos con la espina, llamando á la criatura otra vez, hice que volviera á pedírmela, y con mucha seriedad, con la mano derecha, volví á dársela, con tanta maestría, que la familia quedó lo más satisfecha.

Nunca me la habrían perdonado, si no hubiera vuelto sobre mis pasos.

Para pedir la bendicion, no se hace cuestión de edad: hay hombres con tamañas barbas que no tienen inconveniente en pedirla. Mas aún: he visto á un brasilero, peon de yerbales, que por el sólo hecho de que el señor Manuel Romero, mi compañero de viaje al interior de Tacurú, era hijo de su padrino de casamiento, le vino á pedir, delante de mí, la bendicion, lo que no dejó de sorprender á ambos.

Si á un padrino de bautismo el ahijado no le pidiese la bendicion, cosa muy rara, sería lo suficiente para que hubiera un gran disgusto entre los compadres, por no haber sabido educar bien á su hijo.

El compadrazgo, entre aquella gente, tiene una gran importancia; es uno de los vínculos más sagrados que pueden unir á dos personas y en muchos casos de la vida, allí, en medio del desierto, este lazo moral es lo único que puede oponerse al egoismo innato tan desarrollado en las sociedades semi-primitivas.

En mi primer viaje á Misiones por el Alto Uruguay, hice notar la gran aficion que tienen los pobladores de la region Misionera del Brasil al compadrazgo: entre ellos ya llega á la exageracion, porque tratan, con una sola criatura, de tener un número considerable de compadres, valiéndose del siguiente procedimiento, bastante original por cierto.

Nace la criatura, y ya tiene sus padrinos señalados para que le echen la primer agua llamada del Socorro; pero si éstos no pueden asistir al acto y se hacen representar, no sólo no pierden sus títulos de padrinos, y por lo tanto de compadres, sino que los representantes, á su vez, los adquieren, de modo que ya serían cuatro padrinos; pero si éstos á su vez son casados, las respectivas esposas ó consortes también adquieren esos títulos, de manera que, sólo para el agua del Socorro, tendría la criatura, en este caso, cuatro padrinos y cuatro madrinas: total 8.

Para el verdadero bautismo el caso es igual, otros 8, ya son 16, y para la confirmacion, la mitad ú otro tanto, de manera que un padre aficionado á los compadres puede tener hasta 24 por hijo, lo que es una suma respetable.

Cuando el compadre es zeloso de su título y tiene medios á su disposicion, á veces se hace cargo, áun en vida de los padres, de la educacion del ahijado; pero, en general, rico ó pobre, él es el que paga la fiesta del bautismo, y de cuando