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Por esa época, formaba yo parte de la redaccion, ó colaboracion de El Nacional y publiqué algunos artículos sueltos, descriptivos, de diversos Órdenes de Mamíferos, tomando en cuenta las especies que los representaban en la coleccion, dando á la vez algunas noticias relativas á animales del país, que faltaban en aquella, y haciendo un llamado á la generosidad ó mercantilisimo de los lectores. Poco despues invité á mis excelentes amigos y viejos compañeros de trabajo, Félix y Enrique Lynch Arribálzaga, á que tomaran parte conmigo en la redaccion de la Guia popular ilustrada, en la forma que lo establecí mas tarde en el Reglamento del Jardin Zoológico, aprobado por la Intendencia (Capit. XVII, Art. 82, inc. 4°). Con ese objeto escribió Félix algunos artículos: El Oso blanco, el Leopardo, el Huron (Argentino), el Icneumon, el Muflon, el Carnero nalgudo, el Nilgau, el Gamo y el Peludo. Su hermano Enrique escribió tambien, porque, en presencia de la lista de Mamíferos y Aves que el Jardin tenía entonces, habíamos tomado, cada uno, una tercera parte de ella. Pero se ofrecía una dificultad: ¿cómo se distribuían las descripciones? ¿de acuerdo con el itinerario ó de acuerdo con el órden regular de la clasificacion?

Nos pareció que era más fácil para el lector buscar por el Indice el animal que le interesara, que para nosotros someternos al desórden del itinerario, impuesto por la intervencion de la estética en la construccion del Jardin. Las descripciones, entonces, figurarían en órden. De todos modos, cada artículo llevaría la firma de su autor.

Otro punto que quizá interese al lector. ¿Qué clasificacion se adoptaría? En toda obra escrita por varios autores, menester es que cada uno haga ciertas concesiones en lo que se relaciona con el plan general y sus derivaciones inmediatas, y cuando estas concesiones quedan hechas, el plan general y sus derivaciones inmediatas pertenecen á sus autores, de tal modo que se responsabilizan colectiva é individualmente de las ideas contenidas en aquel. En las obras científicas de este género, es muy difícil llegar, sin sacrificio, á la unidad de vistas, particularmente cuando el desarrollo de las opiniones propias se ha hecho partiendo de puntos diversos. De estas ideas participábamos los tres, y aunque éramos evolucionistas y estábamos, como estamos, dispuestos á considerar las ideas científicas nuevas como las mejores conquistas del entendimiento, podríamos disentir en cuestiones de segundo órden y vernos obligados á dejar constancia, en una obra de valor subordinado, de nues-