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Página:Revista del Jardín Zoológico de Buenos Ayres (Tomo II. Entrega II, pp. 33-64).pdf/24

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Los troperos trataron de explicarme el por qué de todo esto, diciéndome que, al saltar el Tigre, habría caído mal sobre alguna mula, la que corcobeó, arrojándolo de sobre sí y recibiéndolo en las patas, con las cuales debe haberle pegado en la cabeza ó barriga, y que, ya derribado, no le dieron más tiempo las otras, las que harían causa comun con la primera, y de allí la cantidad de patadas y todo aquel barullo y tacuaras rotas.

Al decir de la gente, el burro y la mula se defienden del Tigre poniendo la cabeza entre las manos y tirando patadas á diestra y siniestra.

Tambien está muy generalizada la version de luchas entre el Tigre y el Oso hormiguero (grande) y dicen que, cuando éste es atacado por aquel, se tira de espaldas, y así espera que se precipite sobre él para clavarle en los flancos sus aceradas uñas y de este modo, en un estrecho abrazo, el Yaguareté y el Oso hormiguero pasan á mejor vida.

No sé qué opinar sobre esta version: me inclino á creer que sea inverosímil, pero á veces dudo tambien, á causa de la pertinacia con que este hecho se cuenta en muchos puntos de nuestro territorio, algunos muy distantes entre sí, y en el Brasil.

Segun dicen, al acercarse el Tigre á su presa, produce un sonido cartilaginoso especial con las orejas, una especie de tic, por lo cual traiciona su presencia. Hablando de ésto con el Dr. Moisés Bertoni, me dijo que él creía que ese sonido fuera producido nó por las orejas, sino por el cuero mismo al contraerse, algo como un fenómeno eléctrico producido por los pelos al rozarse, como ya lo había observado tambien en los gatos domésticos.

El Jaguar, segun las observaciones hechas por el Doctor Holmberg, en el Jardin Zoológico, necesita gastarse las uñas de tiempo en tiempo para evitar que, creciendo en el mismo sentido de la curva, se le entierren en las carnes, y por eso es que en los felinos enjaulados se observa el prurito de arañarlas; segun el mismo, ha observado en sus viajes troncos de árboles arañados, cuya obra atribuían las gentes al Tigre. (Véase Tomo II, entrega 1ª, pág. 28.)

Hasta aquí los datos que he recogido sobre este interesante animal; esperemos que pronto se completarán con nuevas observaciones.