pueblo aspirando á las regiones elevadas; el argumento humano, es un hombre amando á una muger; el argumento dramático, es un lacayo enamorado de una reina. La multitud que cada noche acude á ver esta obra, porque en Francia la atención pública jamás deja burladas las tentativas del talento, cualesquiera que ellas sean, la multitud no ve en Ruy Blas más que este último argumento: el argumento dramático: el lacayo; y tiene razón.
Lo que hemos dicho de Ruy Blas nos parece evidente en toda obra. Las obras venerables de los maestros, ofrecen esto de notable, que presentan mayor número de fases á estudiar que las otras. Tartufo hace reir á éstos y temblar á aquéllos. Tartufo es la serpiente doméstica, ó bien el hipócrita, ó bien la hipocresía. Othelo para los unos es un negro que ama á una blanca; para los otros es un aventurero que se casa con una patricia; para otros, un celoso; para los demás, los celos. Y esta diversidad dé aspectos nada quita á la unidad fundamental de la composición. Lo hemos dicho ántes de ahora: mil gajos y un solo tronco.
Si el autor ha insistido particularmente sobre la significación histórica del Ruy Blas, es porque únicamente por su sentido histórico, Ruy Blas tiene relación con Hernani. El gran hecho de la nobleza se muestra, en Hernani como en Ruy Blas, al lado del grande hecho de la monarquía. Solamente, como en Hernani, la monarquía absoluta no está establecida, la nobleza lucha aún contra el rey, ya