Página:Sachka Yegulev.djvu/114

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rar. Si yo tuviera que esperar me volvería loco y me arrojaría sobre la gente. ¡Me convertiría en verdugo!

—Sí; no podemos esperar—exclamó también Sacha, sin darse cuenta de que estaban los dos gritando.

—¡Ni un minuto, ni un segundo! Que los que son inteligentes y tienen talento hagan lo que quieran; nosotros, que no tenemos talento, removeremos los bajos fondos del pueblo. Yo soy mujik; tú eres un chicuelo; pues bien, obraremos a lo mujik y a lo chicuelo. ¡Tierra mía querida, que por siglos y siglos sufres con sufrimientos inauditos, yo te saludo humildemente, con devoción; yo, que no soy digno de ti!

Se hincó de rodillas, tirando con fuerza de la mano de Sacha, para que éste cayera de rodillas también.

—¡Sacha, de rodillas! ¡No tengas miedo al polvo!

¡Sé humilde... o te mato!

Pero Sacha, con una fuerza sorprendente, rechazó a Kolesnikov, y le gritó, con voz imperiosa:

—¡Levántate!

—No quieres humillárte, hijo de general?

—No, no quiero. ¡Levántate!

—¡Ten cuidado... te mato!

Sacha no vió, pero sintió que Kolesnikov buscaba el revólver en el bolsillo. La obscuridad guardaba un silencio preñado de amenazas, esperando ansiosa el disparo. Por encima del campo so cernían espectros temblorosos.