Página:Sachka Yegulev.djvu/115

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
111
 

IUJ —Yo no tiraré el primero—se dijo Sacha, con su browning en la mano.

Esperó. Pasaron dos minutos, y Kolesnikov permanecía en el suelo, sin moverse. «Qué le pasa?», se preguntaba Sacha.

De pronto Kolesnikov se levantó y echó a andar hacia adelante, con paso rápido y decidido. Cuando había andado ya unos diez pasos, Sacha le siguió. Anduvieron así casi una versta, silenciosos.

Sacha veía ante sí, a la misma distancia siempre, la alta figura taciturna de Kolesnikov.

El cielo se hacía más claro a medida que se acercaban a la ciudad.

Kolesnikov se detuvo de pronto y esperó a Sacha.

—Perdóname—le dijo cuando llegó junto a él—.

Comienzo, en efecto, a arrojarme sobre la gente.

Esto me sucede a veces. ¿No estás enfadado?

—No—respondió Sacha, con reserva. Las palabras injuriosas no ejercen ningún efecto en mí.

Pero sábelo bien, Basilio: yo no me humillaré jamás ni permitiré a nadie que se humille.

Kolesnikov sonrió con amargura y dijo suspirando:

—Sí; tienes razón. ¿Comprendes ahora, Sacha, por qué yo no puedo ponerme a la cabeza, y por qué quiero ponerte a ti?

—Sí; lo comprendo.

—Yo soy una fiera salvaje. Cuando estoy en la ciudad, entre la gente, me humanizo un poco...

Hasta se me puede tomar por un ser civilizado; pero,