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Página:Sachka Yegulev.djvu/127

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Kolesnikov—. Por la noche se pueden percatar de nuestra marcha con más facilidad.

—No. Si me voy de día, mi madre lo sabrá por la noche... Prefiero que lo sepa de día, cuando haya gente a su alrededor... Saldré por la ventana y nadie se enterará de nada.

—Deja una carta a tu hermana.

Sacha no respondió, pero pensó, disgustado:

Qué falta de tacto! ¡No comprende que no hay por qué hablar de estas cosas, que ellas por sí solas se dan a entender? En general, aquellos últimos días, que pasó sin salir apenas de casa, estuvo muy frío con Kolesnikov, evitando mirarle. Se encerró en sí mismo, en sus dolores y sus ideas agitadas.

Kole nikov, minado por la emoción y por los tristes pensamientos que le asaltaban respecto de Helena Petrovna, miraba fijamente, con maldad, el rostro sereno y firme de Sacha, sus manos blancas, tranquilamente posadas sobre las rodillas. ¡Un verdadero hijo de general!», pensaba. Pero no se atrevió a decir nada. Por el contrario, estaba muy fino con Sacha, uniéndose más a éste y a sí mismo En las ideas, en los actos y hasta en los deseos de Kolesnikov, durante aquellos últimos días, se notaba cierta confusión. Los últimos pasos de Sacha fueron firmes. Kolesnikov, en cambio, ardía en la fiebre de mil emociones. Tan pronto reía sin ninguna razón plausible como estaba triste y melancólico. Varias veces al día enviaba cartitas a Sacha, llamándole para nada; no solamente Helena Petrovna, sino hasta los criados, miraban a sus