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¿Con quién ha vuelto a su casa? No se habrá ido sola a la una de la madrugada—dijo Helena Petrovna, aspirando el olor de los acianos.

—Nos ha acompañado su primo, un oficial de la Guardia, de enormes bigotes... Ha llegado de Petersburgo... ¡Dios mío, qué galante es! Me daba vergüenza por la calle; ¡ni un solo farol! Es terrible; esto no puede seguir así...

Antes de ir a acostarse Lina besó a Sacha y cuchicheó algo a su oído. Le pareció que quería decirle algo respecto a Eugenia, y, con las cejas fruncidas, preguntó:

—1 —¿Qué es lo que cuchicheas?

—¡Silencio, Sacha! Te digo solamente que mamá está hermosa de veras... Tan joven... Mira sus ojos... Y buenas noches; tengo un sueño terrible.

Esta maldita geometría, lo que cansa...

A pesar del oficial de la Guardia que había venido de Petersburgo, Sacha durmió muy bien aquella noche.

El sábado por la mañana, bajo la lluvia alegre de la primavera, fué a la farmacia a comprar yodoformo y todo lo necesario para los vendajes. Sabía que Kolesnikov no pensaría en esto.

Por la noche, los colegiales habían dispuesto una merienda; pero Sacha se negó a ir, pretextando que no le gustaban los borrachos, que no faltarían allí, sin duda.

Después de la lluvia, el aire se hizo más puro aún.

Sacha se paseó con su madre por la orilla del río, hasta la entrada de la noche. Esta vez Helena Pe-