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Página:Sachka Yegulev.djvu/175

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libre, me dije; tengo las piernas largas: vagabundearé por las aldeas, los bosques y los monasterios, y en todas partes donde haya una multitud cantaré cosas bellas... Y figúrate, estuve acariciando este sueño durante un año entero. Interrumpí mis estudios, y como si un incendio devorara mi alma, así me consumía mi sueño. La idea de cantar ante millares de campesinos me volvía loco de felicidad.

Calló. Por la puerta, entreabierta, penetró un rayo de luna, que parecía invitarlos a salir fuera, a la noche estrellada..

—Y qué?—preguntó Sacha.

—Pues bien: mi sueño se quebró en la primera experiencia; cuando canté por primera vez en una feria, me condujeron al puesto de Policía, y me dijeron que, si me empeñaba absolutamente en cantar, que me contratara en la Opera Imperial. Me tomaron por un borracho o por un loco... Como ves, el début no era para animarme...

—Ahora podrás cantar todo lo que quieras.

—Ahora sí. ¿No tienes frío, Sacha?

—No; estoy a tu lado como al lado de mamá.

—Tengo cuarenta años... En comparación conmigo, tú eres un chicuelo.

—Sí; y hasta se me hace extraño tutearte... No puedo dormir, Vasia. ¡Soy tan feliz!... Me parece que estoy oyendo: «mi verde serbal...» Lo más extraño es que yo soy, verdaderamente, un chicuelo, y, sin embargo..., de pronto he sentido en mí una fuerza tal, y estoy tan seguro de mí mismo, que me