Página:Sachka Yegulev.djvu/233

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
229
 

durante largos años, en la ciudad, en dondiciones de vida civilizada!

Lanzó una mirada a Sacha; también éste llevaba una vida casi salvaje. El día anterior había notado que Sacha tenía el cuello muy sucio.

Tomás el Incrédulo, después que. hubo acabado de comer, se levantó y dió algunos pasos hacia adelante.

229 —¿Dónde vas?—le preguntaron—. Has llenado la panza; ahora acuéstate y duerme.

—¿Habrá que ponerte, quizá, una cama con colchones, sábanas y almohadas?

—No está acostumbrado a dormir en el suelo —bromeó uno—. ¡Es un niño mimado!

Tomás no hacía caso de aquellas burlas.

—Busco al atamán—dijo—. El atamán, brrum...

Alejandro Ivanovich Yegulev.

—Mañana le echaré—pensó Kolesnikov. Habrá que decir a Andrés Ivanovich...

Sacha se levantó a su vez y dió algunos pasos hacia Tomás, que lo tapaba con su cuerpo enorme.

—Qué quieres?—preguntó Sacha—. Anda a acostarte... Mañana me dirás lo que me tengas que decir.

Tomás, como si no le hubiera oído, dijo:

—No te doy gracias por haberme dado de comer, porque el pan no pertenece a nadie..., ¿has entendido?

Miró a su alrededor buscando aprobación; pero todo el mundo guardaba silencio.

—Sí, está entendido—respondió Sacha.