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Y ahora mira.

Tomás se arrodilló y golpeó la tierra con la frente; luego se levantó y esperó.

—¿Por qué me saludas, Tomás?—preguntó Sacha.

El otro respondió:

—Saludo muy profundamente a todos los asesinos, brrum... Vago por Rusia buscando asesinos, y cuando encuentro uno me arrodillo ante él. Acepta, pues, tú también mi saludo, Alejandro Ivanovich.

" E inmediatamente se fué. Desapareció por el bosque, como un oso entre los árboles, separando y rompiendo las ramas.

—¡Vaya un canalla!—gritó indignado Kolesnikov. ¡Un verdadero diablo! ¡Qué comedia nos ha representado! Es un loco peligroso; hay que atarle.

Nadie le respondió. Todos sintieron 'malestar y permanecieron con los ojos bajos. Kolesnikov comprendió que Tomás los había impresionado y estaba furioso por ello.

—Eremey, ¿por qué no respondes?—dijo Kolesnikov, lleno de cólera, golpeando el suelo con el pie. No está loco ese hombre?

Eremey, con los ojos bajos, respondió flemático:

—Naturalmente que está loco... No sé a qué viene gritar de ese modo...

Algunas voces serviles dijeron a su vez:

—Por supuesto que es un loco. Se conoce desde el primer momento...