Página:Sachka Yegulev.djvu/240

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
236
 

sus movimientos tenían la firmeza y la flexibilidad del acero. El mismo arranque de cólera en que mató a Policarpo el día antes era una prueba de fuerza. Soy un hombre temible. Soy Sachka Yegulev.

No se veía la puesta del Sol; pero las tinieblas descendían ya sobre la tierra.

A la entrada de la barraca apareció Vaska Soloviev. Tosió para llamar la atención de Sacha.

—¿Quieres algo, Soloviev?—preguntó éste.

—No duerme usted, Alejandro Ivanovich? Quisiera hablarle... Se trata de un negocio...

—Bien, salgo en seguida... ¡No ha vuelto todavía Eremey?

—No. No creo que vuelva hoy. Le espero a usted aquí.

Yegulev salió de la barraca y miró al cielo, que estaba sombrío. Oíase el canto monótono de un cuco. La noche se acercaba, ocultándolo todo tras su negro manto.

—Vamos a dar un paseo, Soloviev. Por el camino me dirás de qué se trata.

—No tengo que decirle mas que dos palabras...

Permítame que se las diga aquí mismo.

Echó a hurtadillas una mirada hacia el árbol debajo del cual estaban sentados sus amigos con Kusma Suchok. Sacha vió aquella mirada y recordó al punto las últimas palabras de Kolesnikov, recomendándole que desconfiara de aquella gente. Además, el tono humilde y adulador de Soloviev le causó mala impresión.