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¡Bien, habla!—ordenó con voz seca.

Se apoyó en un árbol y miró fijamente a Soloviev, cuyo rostro apenas se distinguía en la obscuridad.

Soloviev vaciló un momento; luego, apoyándose también en un árbol, frente a Sacha, dijo:

—Quisiera decirle, Alejandro Ivanovich, que sería necesario... arreglar las cuentas...

Sacha no comprendió, y dijo con sorpresa:

—¿Cómo arreglar las cuentas? Es la primera vez que oigo decir eso...

—Es verdad—replicó Soloviev—; hasta el presente nadie le ha dicho una palabra..; todo el mundo esperaba que usted mismo lo comprendiera...

Hizo una pausa, sonrió con insolencia y continuó:

—Pero ahora ya vemos que usted no quiere comprender... Sin embargo, Basilio Vasilievich y el marinero se han ido otra vez al bosque en busca de dinero... Los hermanos están muy contrariados por eso...

Yegulev callaba. Soloviev esperó algunos instantes y prosiguió:

—Ese dinero puede decirse que ha sido ganado con sangre... Naturalmente, estamos seguros de que estará bien guardado... como en un Banco... Pero, así y todo, ya es hora de arreglar las cuentas.

Muchos de nosotros desearían saber de qué cantidad pueden disponer... Hay quien tiene necesidad de dinero en este momento para hacer compras y aun para divertirse. No somos santos ni monjes, ¡qué diablo! Ayer mató usted al pobre Policarpo