Página:Sachka Yegulev.djvu/307

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
303
 

chok, que se mantenía prudentemente detrás del marinero.

Slepen, el campesino bizco, escupió con desprecio y declaró:

—¡Verdaderos mujiks!

Algunos de los campesinos, al darse cuenta de que les estaban viendo, se alejaron del montón del trigo un poco avergonzados y se unieron a los «Hermanos del bosque». Sólo Eremey permaneció en su sitio, muy ocupado en prender fuego al montón.

—¡Edor, ayúdame, ea! ¡Qué diablo!—gritó a uno.

Sacha se acercó a Eremey y, poniéndole la mano en el hombro, exclamó:

—Vamos, Eremey, ¿qué vas a hacer? ¿Está permitido quemar el trigo? ¡Estás loco! Si no lo quieres tú, ese trigo podrá servir para los pobres, para los que tienen hambre. ¿Me oyes?

Eremey, sin darse prisa, volvió la cabeza hacia Sacha y dijo tranquilamente:

—¡Ese trigo no es tuyo! ¡Déjame!

Y lanzó sobre el atamán una mirada breve y resuelta que parecía llena de cólera, de odio secular contra las injusticias, de espíritu de venganza insaciable, acumulado durante millares de años por el pueblo dolorido.

Sacha retrocedió, y con un movimiento instintivo se llevó la mano a los ojos para no ver cómo comenzaba a arder el trigo. Se oyeron risas en el grupo de os Hermanos del bosques y de los campesinos; no habían comprendido lo que pasaba, o quizá lo habían comprendido demasiado bien.