Yo no sé explicarme bien—respondió éste—; pero he aquí, poco más o menos, lo que piensan..lo que yo mismo pienso. Esta belleza—hizo un gesto indicando las habitaciones interiores es una cosa excelente, y yo estimo y agradezco esos esfuerzos que haces por rodearnos de hermosura.
Antes me gustaba mucho; pero... todo es bueno hasta cierto punto... hasta que uno encuentra algo que es más grave... en fin, hasta que llega la verdadera vida. Me comprendes? Ahora esta belleza es un poco... desagradable y hasta molesta. A mí eso no me importa, porque estoy acostumbrado; pero ellos no pueden habituarse.
—La belleza no puede molestar nunca.
—Sí; la belleza de otro género quizá; pero esta...
No quiero herirte, mamaíta, pero todo esto me parece demasiado. Por ejemplo, esta plegadera con mango de plata, que está sobre mi mesa, cuando puedo servirme muy bien de un simple cuchillo. Hasta sería más cómodo, pues no se agarraría al papel. Y ese cuidado exagerado por la limpieza... Hace mucho tiempo que quería hablarte de esto. ¡Es terrible el tiempo que se lleva esa limpieza! Piensa, pues...
Helena Petrovna ni siquiera se sorprendió cuando Sacha abordó este tema. Miraba cómo se teñía ligeramente de rosa el rostro de su hijo. *Sus cabellos comienzan a rizarse, pensaba.
—Piénsalo bien—continuó Sacha; en cuanto me levanto empiezo por limpiarme los dientes. Esto se ha hecho ya una costumbre en mí, y no puedo prescindir de ello.