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Al día siguiente Sacha tomó informes de Kolesnikov, y he aquí lo que logró averiguar: Kolesnikov era realmente miembro del Comité y de la organización de combate, pero hacía un mes que había presentado la dimisión por razones muy vagas no puestas en claro todavía. Unos decían que la culpa era del mismo Kolesnikov, que se inclinaba cada vez más a la táctica extremista, de manera que el Comité se había visto en la necesidad de excluírle; otros, por el contrario, acusaban al Comité de inactividad y de intrigas, y en cuanto a Kolesnikov, le juzgaban hombre de energía extraordinaria, de pasado glorioso y que, efectivamente, había sido condenado a muerte por el asesinato del gobernador de N... Kolesnikov había logrado entonces evadirse de la prisión militar, evasión que, por su loca osadía, fué muy celebrada por aquella época en toda Rusia. Se decía también que Kolesnikov era uno de los tres revolucionarios famosos que, sitiados en una casa por los soldados y la policía, se habían defendido a tiros de fusil, durante diez horas seguidas, y consiguieron escapar cuando los sitiadores prendieron fuego a la casa.
—¡Vaya un tipo!—pensó Sacha con alegría, recordando las largas piernas, la gorra de ciclista y los ojos redondos e ingenuos de Kolesnikov.
Kolesnikov
